A finales del siglo XIX las primeras máquinas de escribir tuvieron que hacer frente a un requisito importante: poder escribir en mayúsculas y minúsculas. La primera solución llegó a las Remington No. 2, las máquinas de escribir que incluyeron por primera vez una tecla Shift para poder escribir cualquier letra en mayúsculas.
Aquello no estaba mal, pero en ciertas ocasiones era necesario escribir todo en mayúsculas, lo que acabó siendo implementado por primera vez en 1914 con una Remington Junior en la que se incluyó la tecla Shift Lock. Fue entonces cuando todos empezamos a gritar al teclado
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