Estamos viviendo momentos en los que es cada vez más difícil, si no imposible, llegar a la oficina y dejar atrás lo que sucede afuera. Estamos enfrentándonos a problemas difíciles y emocionales en nuestra sociedad: acoso sexual, racismo y divisiones políticas profundas que no se pueden olvidar antes de entrar por la puerta. Solo somos humanos; es imposible pensar que podemos ir a trabajar y no seguir enfadados, heridos o decepcionados por problemas que no se originan en nuestras empresas o con nuestros compañeros.
Como decano de una escuela de negocios, tengo muchas conversaciones con líderes empresariales que me dicen que se sienten cada vez más desafiados por cómo los problemas externos afectan a los miembros de su equipo. Para muchas personas, los temas que involucran asuntos políticos o sociales se consideran tabú en el trabajo. ¿Cómo los maneja? ¿Qué pasa si dice algo equivocado? ¿Y si suena ridículo? ¿Qué pasa si ofende a alguien? ¿Qué pasa si es incómodo? Después de todo, como dice la cita célebre: «Es mejor permanecer en silencio y ser considerado un tonto, que hablar y eliminar cualquier duda».
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